Gestión y Estrategia / Gestão e Estratégia / Management and Strategy
CIENCIA Y PODER AÉREO, Vol. 12, pp 166-175. Doi: https://doi.org/10.18667/cienciaypoderaereo.569

Posguerra civil en Siria: amenazas y desafíos*

Pós-Guerra Civil na Síria: ameaças e desafíos**

Post-civil war in Syria: threats and challenges***

Jonnathan Jiménez Reinaa

 

* Artículo de reflexión presentado como opción de grado para optar al título de Maestría en Seguridad y Defensa Nacionales de la Escuela Superior de Guerra, Colombia. Artículo vinculado al proyecto de investigación "Desafíos nuevos escenarios de la seguridad multidimensional en el contexto nacional, regional y hemisférico en el decenio 2015 - 2025", perteneciente al grupo de investigación "Centro de Gravedad" de la Escuela Superior de Guerra, Colombia. El autor agradece los aportes académicos y enseñanzas de los docentes y el programa de la Maestría en Seguridad y Defensa Nacionales, y el apoyo institucional de la Escuela Superior de Guerra.
* Artigo de refexão apresentado como uma opção de licenciatura para candidatar-se ao Mestrado em Segurança Nacional e Defesa da Escola Superior de Guerra, Colômbia. Artigo vinculado ao projeto de pesquisa “Desafa novos cenários de segurança multidimensional no contexto nacional, regional e hemisférico na década 2015 - 2025”, pertencente ao grupo de pesquisa “Centro de Gravidade” da Escola Superior de Guerra da Colômbia. O autor agradece as contribuições acadêmicas e os ensinamentos dos professores e o programa do Mestrado em Segurança Nacional e Defesa e o apoio institucional do Colégio da Guerra.
*** Reflection article presen ted as a degree option to apply for the Master's Degree in National Security and Defense of the Escuela Superior de Guerra, Colombia. Article linked to the research project "Challenges new scenarios of multidimensional security in the national, regional and hemispheric context in the decade 2015 - 2025°, belonging to the research group "Center of Gravity" of the Superior School of War, Colombia. The author is grateful for the academic contributions and teachings of the teachers and the program of the Master in National Security and Defense, and the institutional support of the War College.
a Candidato a Doctor en Seguridad Internacional de la Universidad Nacional de Educación a Distancia -UNED-, España. Maglster en Seguridad y Defensa Nacionales de la Escuela Superior de Guerra. Bogotá,, Colombia. Profesional en Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Sergio Arboleda. Bogotá, Colombia. Asesor en gestión de Investigación e Investigador del Departamento de Investigación del Centro de Estudios Estratégicos sobre Seguridad y Defensa Nacionales -CEESEDEN- de la Escuela Superior de Guerra. Bogotá, Colombia. Correo electrónico: jonnathanjimenez008@hotmail.com -jimenezrj@esdegue.mil.counimilitar.edu.co
 
Recibido: 11/07/2016 
Aprobado: 09/11/2016

Resumen

Antes de 2011, Siria era uno de los Estados más poderosos de Orlente Medio. A pesar de que la mayoría de sirios son sunnitas, su gobierno era chüta alawita, lo cual no fue un Impedimento para la industrialización y desarrollo del país. Siria comenzó a estar en el foco Internacional debido a las problemáticas sociales, políticas y económicas en las que vivía, además del comienzo de la Primavera Árabe, contexto que inició la cruenta situación que vive actualmente el Estado sirio. La guerra civil en Siria ha traído diferentes consecuencias en la región y en el mundo; en el panorama regional se han gestado e incrementado amenazas como crisis migratorias, yihadismos radicales con más potencial y revitalizaclón de los ciclos de violencia. En cuanto al internacional, la agenda en materia de seguridad ha cambiado el foco de atención y se han dado intervenciones de todo tipo al interior del Estado fragmentado. Las repercusiones de la violencia en la región se han visto reflejadas en miles de víctimas tanto del hemisferio oriental como del occidental. Con la globalización de por medio, se han incrementado tanto los campos de batalla como las armas de guerra que utilizan Estados y actores no estatales violentos. Con el fin de la guerra en Siria hay consecuencias tanto en un espectro regional como mundial, que modifican las relaciones de poder y las estrategias empleadas por los Estados para mantener sus intereses.

Palabras clave: amenazas, Medio Oriente, Posguerra civil Siria, Seguridad Internacional.


Resumo

Síria, antes de 2011, era um dos Estados mais poderosos do Oriente Médio. Embora a maioria dos sírios seja sunita e seu governo ser xiita Alawita, essa diferença não foi um impedi-mento para a industrialização e desenvolvimento do país. A Síria passou a ser foco internacional devido aos problemas sociais, políticos e econômicos que apresentava, além do início da Prima-vera Árabe, iniciando uma sangrenta situação, que perdura até hoje no Estado sírio. A guerra civil na Síria trouxe consequências diferentes, na região e no mundo. No panorama regional, consta-tou-se o surgimento e o aumento de ameaças tais como a crise migratória, os jihadismos radicais com maior potencial e a revitalização dos ciclos de violência. No cenário internacional, a agenda de segurança internacional mudou o foco e ocorreram intervenções de todo tipo no interior do já fragmentado Estado sírio. As repercussões da violência na região se viram refetidas em milhares de vítimas tanto no Oriente como no Ocidente. Em um ambiente de globalização, cresceu tanto o campo de batalha quanto as armas de guerra que utilizam os Estados e os atores não-estatais violentos. Com o fm da guerra na Síria, há consequências tanto em um espectro regional como também mundial, que modifcam as relações de poder e as estratégias empregadas pelos Estados para manter seus interesses.

Palavras-chave: Ameaça, Oriente Médio; Pós-guerra civil síria, Segurança internacional.


Abstract

Before 2011, Syria was one of the most powerful states in the Middle East. Although most Syrians are Sunni, their government was Shia Alawite, which was not an impediment for the industrialization and development of the country. Syria started to be on the international spotlight due to the social, political and economic problems which surrounded it, besides the beginning of the Arab Spring, which was a trigger for the violent situation of the Syrian state. The civil war in Syria has brought different consequences for the region and the world: In the regional panorama, threats suchas migratory crises, radical jihadism movements with more potential have raised and increased, and violence cycles have strengthened. As for the international scene, the international security agenda has shifted the focus of attention: interventions of all kinds have been carried out within the fragmented State. The impact of violence in the region has been reflected in the hundreds of victims in both the eastern and western hemispheres. As a result of globalization, both battlefields and weapons of war used by States and violent non-state actors have increa sed. With the end of the war in Syria, there are consequences both on the regional and global spectrums which modify the relations of power and tactics used by the states to maintain their interests.

Keywords: International Security, Middle East,Threats, Syrian Postwar Period.


Introducción

Desde el comienzo de la Primavera Árabe en el 2011, diferentes Estados se han enfrentado a transformaciones sociales, políticas y económicas que han suscitado confrontaciones dentro de los países árabes, entre ellos Siria. Con la desestabilización regional y los intereses de por medio que quedaron en evidencia, este país llegó al estallido de una guerra civil que posteriormente llevaría a replantear en el mediano plazo la idea de Estado, a causa de las fragmentaciones internas y la postura beligerante de las partes, las cuales no cederían territorio fácilmente.

La guerra civil es, quizás, un concepto complejo de definir. En términos de Clausewitz (2002), la guerra es un duelo en gran escala" (p. 53), o "un acto de fuerza para obligar a nuestros enemigos a hacer nuestra voluntad" (p. 54). En términos generales, puede darse a entender que la guerra ha sido asociada históricamente en los conflictos entre dos o más Estados; no obstante, el concepto de guerra civil parte de la idea de ser un conflicto interno, dentro de las fronteras de un solo Estado en el que luchan dos o más con un fin determinado por los mismos. En el caso sirio, se puede entender este proceso a partir de la Primavera Árabe, la cual puede entenderse a partir de una serie de manifestaciones que derrocaron gobiernos de varios países de África del norte y oriente medio. Entre estos se encontraba Siria, la cual ha sido gobernada por un régimen Al Assad que ha estado en el poder desde hace 47 años. La guerra interna en este país se estalla en 2011; países como Estados Unidos, Francia, Italia y Reino Unido unieron sus fuerzas para poder derrocar a este régimen con el objetivo de que la democracia retornara a Siria.

El objetivo de este artículo es explicar, a través del realismo, las conductas de los Estados y desmantelar sus intereses, para posteriormente analizar cuál sería el escenario después de la guerra. Para iniciar, es necesario entender el contexto del realismo y sus disputas disciplinares. Partiendo de que las causas del conflicto y los intereses de los países no son los mismos, se buscará interpretar las acciones de cada uno partiendo de la teoría de Robert Jervis, quien se ha planteado la idea acerca de la incapacidad de seguir definiendo a la Teoría Realista en forma unificada debido a las diferencias que existen en el interior de la misma, en torno a las problemáticas vinculadas al conflicto y la cooperación (Jervis, 1999). Es por esto que vio la necesidad de separar en el interior del realismo dos vertientes: realismo ofensivo y realismo defensivo. Siendo el realismo la teoría preponderante en el estudio de las Relaciones Internacionales, Jervis esbozó la posibilidad de entender el acontecer internacional desde las posturas analíticas de dos referentes como lo son Kenneth N. Waltz y Hans Morgenthau, autores que han desarrollado la teoría realista a partir de enfoques diferenciados pero con una serie de supuestos en común (Petrollini, 2012).

El realismo defensivo, fundamentado en los enfoques metodológicos de Morgenthau -quien afirmaba que la naturaleza humana es egoísta y por ende, agresiva- llevó al planteamiento de la imagen antropomórfica del Estado, entendiendo todo desde un concepto de interés definido en términos de poder; en palabras de Morgenthau, "la directiva principal que ayuda al realismo político a encontrar su ruta a través del horizonte de la política internacional, es el concepto de interés definido en función del poder" (Morgenthau, 1963, p. 135). El realismo ofensivo, por su parte, plantea un nivel de análisis individual, siendo el Estado un actor racional que se deja influenciar por las estructuras establecidas en el sistema internacional.

Con los postulados de Jervis se explica la dinámica interna y externa del conflicto en Siria desde un punto de vista clásico. Desde un enfoque defensivo, se encuentran las tensiones que se tienen con países vecinos: con la familia Al Assad en el poder, Siria siempre demostró su poder armamentista por medio de la represión interna y su peso en las decisiones regionales, aprovechando su posición de ser un Estado potencia en su región, lo cual era una ventaja para el país antes de la guerra civil. De hecho, su política exterior se inclinó aún más por el poder armamentista tras la pérdida de los Altos del Golán en la guerra que libró la República Árabe Unida -de la cual hacían parte Egipto y Siria- contra Israel. En este punto, el Sistema Internacional incide en la toma de decisiones de forma drástica desde la coyuntura de protección del Estado, con lo cual hace que la carrera armamentista sea una prioridad para los Estados para demostrar poder y cómo responde la nación siria ante estas amenazas, que es por medio militar. En cuanto al enfoque ofensivo, puede identificarse cómo las estructuras religiosas de la mayoría sunnita -sumado al carácter cívico de las movilizaciones internas del país- dieron origen a la guerra civil, dentro de la cual han intervenido potencias como Estados Unidos que buscan derrocar al régimen y contener la expansión del Estado Islámico y Rusia, la cual pretende mantener en el poder al gobierno de Al Asad y mantener una estabilidad acorde a sus necesidades en la región. Por otro lado, vecinos como Turquía, Grecia y otros países europeos buscan detener la masiva migración de la población siria. En este caso, el Sistema Internacional no representa ningún tipo de obligación para modificar la conducta de los Estados, lo cual se ve con la ausencia de intervención cuando el régimen empieza a reprimir las movilizaciones sociales, pues a pesar de las amenazas estadounidenses nunca se llega a concretar una intervención.

Sin embargo, la contraparte a las posturas conceptuales de Morgenthau son las expuestas por Kenneth N. Waltz (1988), quien da lugar al EstructuralismoSistémico o Neorrealismo. El autor afirma que las estructuras son fundamentales al momento de la Interacción de los Estados en el Sistema Internacional; en sus palabras,"[...] todo lo que ocurre en cualquier parte del mundo puede afectar a alguien, o a todos, en cualquier otra parte" (Waltz, 1988, pp.205-206), de lo que se concluye que algunos actores violentos van a desequilibrar el Sistema Internacional en temas de seguridad. Es Importante aclarar que el autor asevera que los Estados no buscan el poder como fin último, sino que los Intereses del mismo se dirigen al mantenimiento de una posición relativa por medio del stato-quismo conservadurismo (Petrolllnl, 2012). De esta forma, puede entenderse por qué aunque el poder de Siria fuera energético y militar, su objetivo no solo era armarse sino también garantizar un papel de potencia en la región y hacer, junto con otros Estados árabes, contrapeso a las capacidades Israelíes.

Panorama sirio

Hasta antes de 2011, Siria era uno de los Estados más poderosos de Oriente Medio. A pesar de que la mayoría de sirios son sunnitas, su gobierno era chiita alawita, lo cual no fue un impedimento para la industrialización y desarrollo del país. Hubo muchos escándalos en torno a la familia gobernante por corrupción y nexos con grupos como Hezbollah. Sin embargo, las sublevaciones populares originadas en Túnez en 2011 -y que se dieron también en Libia, Egipto y algunas manifestaciones en Argelia y Marruecos-tuvieron distintos efectos, incluyendo la destitución de los principales líderes. En algunos casos, se dio represión absoluta y se extinguieron las manifestaciones desde su inicio; en otros, se dieron cambios en el gobierno en aras de responder a las demandas sociales y en otros -como en Siria-, las políticas restrictivas y autoritarias recrudecieron las movilizaciones y llevaron las demandas ciudadanas al plano de la guerra civil (Gonzáles, 2014).

La oposición siria -toda la facción que a pesar de no estar unificada comparte el mismo enemigo que es Bashar Al Assad y su régimen- pasó de ser esa masa que buscaba reivindicaciones del gobierno y que era legítima a ser el centro de atención y blanco de ataques de potencias como Estados Unidos, Rusia y Gran Bretaña. Estos actores no estatales son a lo que se conoce actualmente como nuevas amenazas, como el Estado Islámico y Al Qaeda, pues son actores violentos que amenazan con la estabilidad de los Estados sin atentar directamente su soberanía. La complejidad más grave de este tipo de actores es que se alimentan entre ellos o se interconectan: un grupo insurgente requiere de armas, las busca en el mercado negro, contribuye al fortalecimiento de esta actividad delictiva y al mismo tiempo necesita dinero para el pago, por lo que acude a prácticas como secuestro, extorsión y contrabando (Fontana, 2003). La globalización en este punto juega un papel crucial porque vuelve muy complejas las amenazas, pues las convierte en enemigos volátiles y con muchos campos de batalla. Dentro de estas nuevas amenazas o amenazas intermedias se encuentra el narcotráfico, el terrorismo, el crimen organizado y los inconvenientes migratorios (Rodríguez, s.fi).

La teoría realista explica en parte la actuación de los Estados, pero no la de los actores insurgentes que crecen paralelo al Estado. Si bien la esencia de las decisiones de los Estados aún se mantiene desde el punto de vista de los intereses, cuestiones como el retorno del sincretismo religioso, las dinámicas de poder internacional y la globalización comprenden retos que los Estados deben asumir y enfrentar a través de lo que se conoce como seguridad multidimensional conjunta, la cual se basa en la ampliación del concepto tradicional de seguridad en los aspectos regionales ligados a la defensa de la seguridad de los Estados, con nuevas amenazas que nacen a partir de nuevos actores no estatales.

A partir de 2014 empezó la preocupación también en los Estados árabes de mayoría sunnita por haber visto volcar la atención que estaba en contra de Al Assad hacia los grupos extremistas también sunitas (Bardají, 2014). Las acciones tanto del bando del régimen como de la oposición alarmaban paulatinamente a la comunidad internacional y especialmente a aquellos Estados que veían sus intereses implicados. La prolongación de la guerra fue inevitable, y los Estados y otros actores regionales encontraron intereses en medio de la desgracia humanitaria que enfrentaban los sirios. Sin embargo, estos mismos vecinos se enfrentaron -y aún se enfrentan- a desafíos como la crisis migratoria, inseguridad fronteriza, tráfico ilegal de armas y proliferación tanto de la violencia como de los grupos yihadistas (Meneses, 2013).

Por su parte, el régimen sirio ha utilizado las hambrunas y los bombardeos indiscriminados a zonas civiles como armas de guerra que impiden el proceso de paz. Sin embargo, ello se ha minimizado porque se le ha dado más importancia a la acción mediática de los grupos extremistas (Bardají, 2014).

Acciones kurdas sobre Siria y sus intereses

Para el análisis correspondiente a los intereses sobre Siria de los kurdos, Turquía e Israel, es menester abordar el tema desde la teoría del realismo defensivo, llamado también neorrealismo. Para el caso de los kurdos, la guerra civil en Siria ha dejado fraccionado no solo el gobierno sino la estructura del Estado como se conoce tradicionalmente, ya que las diversas facciones en disputa ejercen soberanía sobre determinados territorios (Hevian, 2013). Esto genera una inestabilidad en la población en general, lo cual puede ser una oportunidad para el pueblo kurdo de declarar un Estado propio donde tengan la autonomía y la reivindicación histórica que demandan. Estas posibles acciones no buscarán la imposición de un gobierno kurdo en Siria, sino ser totalmente independientes de Siria para así poder ser soberanos en sus acciones y territorio. Cabe agregar que esto también se daría como resultado de una configuración previa del Sistema Internacional, siendo esto último un argumento clásico que aborda Waltz (1988) al momento del plantear las bases del neorrealismo.

La reconfiguración abrupta del panorama político y social de Medio Oriente se ha dado como resultado de los procesos coloniales y poscoloniales en el territorio. Por ello, hay etnias que aún no tienen su propio Estado sin importar el carácter Erga Omnes del derecho de libre autodeterminación de los pueblos. Este es el caso del pueblo kurdo, el cual históricamente ha tenido la pretensión de autode-terminarse como un Estado libre y soberano pero que por causas ajenas a ellos ha tenido que conformarse con habitar los territorios correspondientes a Siria, Irak, Irán, Armenia y Turquía, territorios que se autodenominan Kurdistán (McDowall, 2003).

El tratado de Sykes-Picot delimitó los Estados nación del Medio Oriente bajo una lógica netamente occidental propia de los vencedores de la guerra -Francia y Gran Bretaña, principalmente (Gómez, 2015). Al ser el colonialismo el que marcara por completo las dinámicas de Medio Oriente, pueblos enteros se fraccionaron o, en su defecto, se crearon Estados sin importar las incompatibilidades tribales de los mismos. El pueblo kurdo se considera el grupo étnico más grande de Oriente Medio, con cerca de 30 millones de personas, que han sido perseguidas históricamente por los respectivos Estados de los países donde se encuentran por razones de índole étnica y nacionalista (Gómez, 2015).

El nacionalismo kurdo se ha ido forjando a lo largo de la historia de ésta etnia, siendo el pilar trascendental de la identidad y legitimidad de los kurdos. Las acciones violentas por parte de los Estados en los que los kurdos hacen presencia han servido para la unificación del pueblo en pro de una ¡dea de nación (Stavenhagen, 2000).

La guerra civil siria y el avance del Estado Islámico han logrado desestabilizar la zona, donde el pueblo kurdo -en especial los Peshmerga- se ha convertido en la única fuerza en el terreno capaz de contener los embates del Estado Islámico (El) (Gómez, 2015). Esto ha llegado hasta el punto en que Estados Unidos, Francia y Alemania buscan proporcionar armamento y equipos para que los kurdos puedan detener y eventualmente derrotar al Estado Islámico. Ello porque occidente no quiere implicarse de lleno en otra campaña que incurra en costos políticos y militares de envergadura, con el compromiso de tropas occidentales, en un nuevo conflicto asimétrico, incierto, complejo y altamente riesgoso. Las experiencias en Irak y Afganistán lo demuestran ("Peshmerga: el grupo kurdo entrenado [...]", 2014).

Los kurdos han sabido maniobrar su relación con el gobierno de Al Assad y los países occidentales. Al ser la mayor minoría étnica en el país con un 7% y 10% de la población total, en el 2011 se mantuvieron al margen de los enfrentamientos armados correspondientes al estallido de la guerra civil. No obstante, el gobierno de Al Assad otorgó la nacionalidad siria a más de 100.000 kurdos y multiplicó los gestos de apoyo a los mismos en el mismo año, todo esto con el fin de suplir la falta de pie de fuerza en las zonas al noreste del país, dándoles control total de las zonas (Laborie, 2012). Esta coyuntura permite que los intereses kurdos tengan asidero con la realidad siria, no solo por la gran fragmentación existente sino por el territorio que ahora dominan gracias al gobierno de Al Assad y los países occidentales.

Acciones de Arabia Saudi y sus intereses

En Medio Oriente se está viendo una estructura tripolar: Irán, Irak y Arabia Saudi. Durante décadas, estos tres actores han vivido en un equilibrio de poder imperfecto en el que unidades menores -como las monarquías del Golfo o actores externos como EEUU o la URSS- han ido modificando el citado equilibrio (Priego, 2015).

Al momento en que se dieron los levantamientos de la primavera árabe, Arabia Saudita esperaba una intervención de la OTAN o de Estados Unidos. Al frustrarse la intervención extranjera, siguió acudiendo a mecanismos unilaterales de apoyo a la oposición siria a través de una cuantiosa ayuda financiera y logística (Ghotme, Garzón y Gifuentes, 2015).

Para Riad, EEUU no ha desarrollado el papel que de él se esperaba, lo que ha provocado la necesidad de buscar otras opciones para diversificar sus relaciones y alcanzar así sus objetivos en política exterior (Priego, 2015). No solo es el desamparo del que se sienten víctimas los saudíes; es la relación que se forja cada día entre Washington y Teherán hasta tal punto de la negociación sobre asuntos nucleares que se llevó a cabo entre los dos países, negociación que refleja la pérdida de poder en la que se encuentra Riad frente a Irán. Es por ello que los intereses saudíes están dirigidos en la contención de Irán en la región, a través de la búsqueda de adeptos sunnitas.Tales disputas están relacionadas con el enfrentamiento geopolítico y el antagonismo ideológico en su búsqueda por el predominio en Oriente Medio, más que con la religiosidad (Dazi-Héni, 2013).

A partir de los levantamientos que se dieron en la primavera árabe, el gobierno saudí temió que su notable superioridad armamentista y estratégica se viera afectada en la región; además, la amenaza iraní que se vislumbraba como la contraparte a ese statu quo en que se encontraba Riad. Pese a esa percepción de inseguridad que perciben los saudíes, éste país es el único con la capacidad de hacer frente a lo que acontece en la región, para así poder así contener los intereses iraníes. Su disputa geoestratégica con Irán y su autoproclamado papel de protector de los intereses sunníes frente a Irán y sus correligionarios chiíes en Iraq y el Levante han incrementado su valor como principal Estado árabe de influencia (Dazi-Héni, 2013).

En efecto, Arabia Saudita ha buscado derrocar al régimen. El Ejército Libre Sirio logró controlar, a mediados de 2012, algunas aldeas del norte y occidente de Siria con el apoyo de Arabia Saudita y Qatar los cuales, con su ayuda económica, quieren entregar armas e implementos militares y derrocar el régimen sirio.También es importante tener en cuenta a Turquía, la cual provee una base logística en la frontera a organizaciones como los Hermanos Musulmanes (e.g. Black, 2013; Lund, 2014 en Ghotme y otros, 2015).

Siendo esta monarquía un actor tradicional en la región, intenta "contener" las amenazas y mantener su propia seguridad, ya que para Arabia Saudí los manifestantes brindaron la oportunidad de que Siria volviese al redil árabe (Mabon, 2015). Es por ello que se empeña tanto en apoyar a la oposición sunnita que se encuentra en Siria, como en efectuar acciones que pongan límites a las capacidades iraníes en el territorio, esperando así lograr contener sus aspiraciones en la región.

Para abordar el tema de los intereses de Riad en Siria, es necesario reconocer que uno de los principales focos de interés de esta monarquía es la búsqueda de adeptos sunnitas para la contención de Irán en la región. Por ello, se partirá de la teoría del realismo defensivo, ya que para éste "el principal objetivo de los Estados es la conservación de la supervivencia [...] la búsqueda o la maximización de la seguridad para poder mantener su posición relativa en el sistema"(Petrollini, 2012, p. 2).

Arabia Saudita ha expresado abiertamente su rechazo al régimen de Al Assad en Siria y al acuerdo nuclear de Irán con occidente. De esta forma fue que se emprendió una campaña de independencia estratégica con la cual buscó adeptos con reinos afines a sus intereses y desplazó a la contingencia a sus aliados occidentales. Este acuerdo nuclear ha sembrado tanta incertidumbre en la región que inclusive se especula la alienación de Arabia Saudita con Israel para contrarrestar un Irán fortalecido. Arabia Saudita ha hecho movimientos tácticos en pro de sus intereses y ha mantenido esa visión de liderazgo con ciertas reservas como algunos acercamientos con Irán y contención en zonas de Siria. Debido a la necesidad de derrocar a Al Assad, tanto Arabia Saudita como otras monarquías del golfo han brindado apoyo a los rebeldes (Bardají, 2014).

Acciones de Irán y sus intereses

El conflicto que se ha ido dando desde 2011 en Siria ha llevado al fraccionamiento de la región de Medio Oriente, lo que ha otorgado la posibilidad de que los países apoyen a quien esté en la parte más allegada a sus intereses nacionales; tal es el caso de Irán, país que ha encontrado en el gobierno de Bashar Al Assad su mejor aliado. Además, el apoyo a Damasco le sirve a Teherán como una excusa para seguir con la rivalidad existente contra Arabia Saudí. Durante las revueltas árabes, estos dos países fueron quienes lucharon con armas, dinero, ideología e influencia sectaria por la influencia en la región, en la política interna de sus vecinos. Desde la primavera árabe, ésta ha sido la lucha entre los dos Estados dominantes de la región. Este choque de fuerzas entre ambos países ha llevado a la generación de una desestabilización mayor en la región, además de la generación de nuevos espacios de batalla para Arabia Saudí e Irán. En Yemen, los saudíes denuncian que los iraníes han establecido lazos con el movimiento Huthi, el cual inició la rebelión contra el gobierno central a mediados de los 2000 (Dazi-Héni, 2013). Dicha postura es contradictoria en el ámbito regional y ha llevado a la generación de desconfianza de los países vecinos sobre Irán ya que éste, al favorecer las revueltas en países árabes y que además tiene como mayor aliado a un gobierno que ha luchado por mantenerse en el poder como a dé lugar, lleva a la generación de dudas de los intereses reales que tiene Teherán sobre la región.

Tal como lo dice Dazi-Héni, existe una probabilidad casi nula de que las tensiones en la región cesen a corto plazo y mucho menos si el campo de disputa está en Siria. Por su parte, Irán no abandonará sus pretensiones de influencia sobre el gobierno de Al Assad, y Arabia Saudi nunca aceptará una situación en Siria parecida a la iraquí, en la cual Irán tiene ventaja en el país (Dazi-Héni, 2013).

Irán y su discurso van perdiendo fuerza a través del tiempo en la región, comenzando desde la reconciliación después de la elección de Barack Obama como presidente de Estados Unidos. Durante mucho tiempo se resaltó que la alianza entre Irán, Siria e Hizbullah era fuerte y popular entre los llamados ejes de resistencia, los cuales han basado sus fundamentos ideológicos en la narrativa de la resistencia contra Estados Unidos e Israel (Dazi-Héni, 2013).

Esta lucha antiimperialista le había otorgado cierta legitimidad a Teherán, siendo éste el país abanderado de la denominada Revolución Islámica y lograba que su participación en los asuntos regionales tuviera mayor aceptación por ser este país con el cual hombro a hombro con Hizbullah y Siria luchaban para tener lo más alejado posible a occidente de su territorio. Por ello que es fundamental mantener en el poder a Al Assad para Irán; sí fuese derrocado, perdería a su mayor aliado regional, siendo el colapso de este gobierno una amenaza para la existencia de Hizbullah y la República Islámica.

El apoyo efectuado por Irán en Siria va más allá un apoyo político debido al envío de oficiales y soldados a Damasco. Al confirmar que la Guardia Revolucionaria Iraní opera en Siria, el comandante de la Guardia Revolucionaria Iraní ha precisado que el papel es solo de consultores y no de combatientes, proporcionando también apoyo financiero y espiritual sin tener una presencia militar (Perazzo, 2012).

Los intereses de Irán sobre Siria son específicos en el sentido en que Irán no quiere perder la influencia que ha caracterizado la relación del gobierno de Al Assad con Damasco y la lucha por el liderato regional con Arabia Saudi. Otro de los intereses que tiene Irán sobre el gobierno de Al Asad es apoyar a la minoría Alawita que domina el país, sin importar las diferencias que en otro contexto pueden ser irreconciliables entre Teherán y Damasco -como lo son el Estado secular que representa Bashar Al Assad y la teocracia que rige al pueblo iraní-. Es la pretensión de mantener una posición relativa en la región la que lleva a que estos dos países sean aliados en la lucha en pro del mantenimiento en el poder del gobierno de Assad, lo cual responde a las características del realismo estructural planteado por Waltz (1988).

Prospectiva

Teniendo en cuenta el análisis efectuado a la luz del realismo de los intereses de tres actores en el conflicto de Siria, pueden identificarse varios factores que se presentarían en el escenario del posconflicto. En primer lugar, considerar los avances en el proceso de paz que se adelanta entre parte de la oposición y el gobierno, que si bien es un factor endógeno y correlacional de la guerra civil como tal, demuestra la complejidad de armonizar los intereses inclusive cuando se comparte el enemigo. Una de las aristas más complejas en este punto es la falta de voluntad de ambas partes: de parte del régimen se tiene un incumplimiento repetitivo de los plazos que se fijan, infracciones al DICA y violaciones a los Derechos Humanos, mientras que de parte de la oposición la falta de voluntad se debe a la falta de cohesión entre estos actores, pues los grupos armados de oposición no tienen una representación que les permita homogeneizarse (López, 2015).

En segundo lugar, el posicionamiento de actores no estatales violentos y el aumento de capacidades de los mismos es una de las herencias de esta guerra civil. Los actores no estatales violentos de por sí ya han logrado un peso creciente en el mundo; uno de los más relevantes en los últimos tiempos, derivado de Al Qaeda, es el Estado Islámico. Si bien este grupo es las secuela de la célula de Al Qaeda en Irak, se ha convertido en la amenaza más representativa del conflicto en Siria. Los atentados perpetrados dentro y fuera de Siria y el buen uso de los medios de comunicación para difundir su mensaje lo han convertido en el centro de atención del conflicto (Arestizábal, 2015).

En el posconflicto, este actor a pesar de ser decisivo no entra dentro de las milicias que se desarmarían y entrarían en conversaciones con el régimen. Durante toda la guerra han adquirido capacidades suficientes para que su alcance no sea solo local sino también mundial, por lo que han logrado atacar países como Francia y Bélgica. Si se llegara a la finalización de esta guerra, lo que buscaría este actor es mantener la soberanía territorial y el control sobre puntos estratégicos para asegurar sus niveles de ingreso. Este punto es uno de los más importantes si se tiene en cuenta que al Estado Islámico no le conviene alcanzar una paz y retornar a lo que era Siria antes de la guerra; todo lo contrario la fragmentación y desintegración de la República árabe para mantener el dominio territorial y energético son de su conveniencia.

En tercer lugar, si en el escenario de posconflicto la fragmentación sigue segura como hasta hoy se visualiza, los kurdos podrían establecerse en la parte del Kurdistán sirio y fortalecer sus milicias hasta lograr ampliarse como su tradición lo demanda. Teniendo en cuenta todo lo Indicado, los países que también se verían afectados por el dominio territorial de los kurdos serían Turquía, Irak e Irán. Los movimientos tácticos que han empleado desde el ¡nielo de la guerra civil hasta hoy, por lo menos Turquía e Irán, permiten suponer que será otro factor determinante tanto para la prolongación de la guerra como para la eventual llegada del posconflicto.

En el primer caso se ha especulado el apoyo a grupos de carácter sunita por parte de Turquía e inclusive se ha llegado a determinar la alineación con el Estado Islámico, cuestión que si bien no ha sido corroborada, desde la teoría realista tendría todo el sentido. Irán, por su parte, tiene alineación con el régimen y con Hezbollah para la intervención en el conflicto, apoyo que sí se ha corroborado. En el segundo caso, las estrategias diplomáticas y el juego de intereses dirigirán las actuaciones de estos Estados:Turquía no dudará del empleo de su cercanía a Estados Unidos y la Unión Europea para defender sus intereses, mientras que en el caso de Irán, con el apoyo de Rusia y los progresivos acercamientos a occidente, se espera una posición rígida para mantener el régimen de Assad.

En un eventual posconflicto, debe tenerse claro que las líneas fronterizas trazadas durante el periodo colonial que además trajeron el caos a la región serán obsoletas. La figura de Estado nación en Medio Oriente debe ser revalorado porque factores como la religión y las reivindicaciones sectarias están modificando el mapa (Bardají, 2014).

En cuarto lugar, desde la perspectiva analizada la guerra se prolongaría indefinidamente. Quizás no de la manera violenta en cuanto puede llegar el momento de un estancamiento; sin embargo, la misma perdurará hasta que no exista un cambio o un acuerdo entre las partes para detener el conflicto. Por otro lado, se encuentran el tráfico de armas, la atomización de los grupos yihadistas, la crisis migratoria, desbalances geoestratégicos y crisis económicas. La seguridad, en términos generales, será un aspecto muy difícil de lograr porque quienes están detrás de uno u otro bando son muy poderosos y la armonización de intereses es imposible.

Conclusiones

Después de la Primera Guerra Mundial, el reparto de las colonias -principalmente de Francia y de Gran Bretaña-fragmentaron sociedades históricamente cohesionadas y han creado Estados simplemente como figuras jurídicas. En el derecho internacional existe la libre determinación de los pueblos, principio que tiene una connotación totalmente normativa y ajena a los intereses de las potencias. En su necesidad de expandirse, Europa colonizó el resto del mundo imponiendo sus valores y utilizando sus colonias tanto para la extracción de materias primas como para el establecimiento de mercado. En esta dinámica, específicamente en Oriente Próximo, también se trazaron fronteras arbitrariamente, las cuales desembocaron en Estados fabricados en el papel que estaban a las órdenes de los intereses occidentales (Miege, 1980).

A partir de la inestabilidad gestada por la forma como se configuró la región, se empezaron a presentar tensiones de tinte religioso y sectario, las cuales después de consolidar el plan occidental y fortalecerse se quebrarían en un proceso sociopolítlco conocido como la Primavera Árabe. El estudio de caso de esta investigación es el de la República Árabe Siria que desde 2011 entro en una sangrienta guerra civil. Lo que se pretendió analizar fueron aquellos intereses que estaban implicados dentro de la guerra y, a partir de esto, hacer una prospectiva de lo que ocurriría en un eventual posconfllcto sirio.

Lo primero que se estableció es que, por parte de los kurdos, los Intereses que han manifestado durante la guerra de Siria no buscan restaurar el Estado sino reivindicar los fundamentos para la creación de Kurdlstán. Dentro de las acciones más representativas que se conocen de los kurdos se encuentran la movilización de tropas, el enfrentamiento abierto con grupos de la oposición, carrera mediática para manifestar sus pretensiones territoriales, alineación de los intereses con occidente y cohesión interna. Uno de los problemas centrales que se da en esta relación kurdos-Siria-Occidente son los desafíos a los que se enfrentan el Sistema Internacional y las potencias para equilibrar el sistema de pesos y contrapesos, especialmente respecto a Turquía y las implicaciones territoriales que trae para este Estado el apoyo de sus aliados occidentales. En el futuro, si se llega a un posconflicto, los kurdos demandarán abiertamente su fragmento del Kurdistán sirio sustentados en las acciones que han desempeñado en la zona y el reconocimiento internacional que han adquirido.

En segundo lugar, con respecto a los intereses de Arabia Saudi, se debe tener en cuenta la rivalidad que este Estado mantiene con Irán en la región. Se ha especulado que dada la importancia de fortalecer los adeptos sunníes, los saudís han contribuido armando a grupos irregulares que favorecen sus intereses. Las acciones que se han llevado a cabo durante la guerra en este caso implican la intervención armada con la coalición que se formó en contra del Estado Islámico, la posible financiación de algunos grupos de oposición y el cierre de fronteras que evita tanto la llegada de refugiados como la salida de ciudadanos saudíes dispuestos a combatir. En un escenario de posconflicto, Arabia Saudi propendería por expulsar a Bashar al Assad y la minoría Alawita del poder para mantener su influencia en la nueva Siria. Adicionalmente, y para no trasgredir las alianzas con los occidentales, buscaría la creación de un nuevo Estado que equilibre el acceso a combustibles y garantice la extensión del poder de sus aliados en estos territorios.

Los intereses que maneja Irán le han llevado a exponer contradicciones entre su práctica y su discurso: si bien apoyaron la primavera árabe, también mantuvieron los lazos con Al Assad. En este punto, los intereses que se han manifestado son el apoyo tanto al régimen como a Rusia, una postura que le ha permitido llevar a cabo campañas en contra de los adeptos sunníes disfrazados en la opinión pública de terrorismo y barbarie. Se especula que a través de Hezbollah y el apoyo a otros grupos paramilitares ha apoyado a Al Assad. En un periodo de posguerra, Irán buscaría mantener en el poder a sus simpatizantes chiitas y relegar a la oposición escudándose en las acciones cometidas por ésta. De este modo, mantendría su poder en la región y podría garantizar la supervivencia de su ideología.

La gran conclusión a la que se llegó es que dada la cantidad de poderes emancipados en Siria, llegar a un acuerdo será todo un reto para la diplomacia internacional. De la República Árabe Siria solo quedarán los fragmentos repartidos por los más poderosos a conveniencia de sus intereses. Como Waltz (1988) lo advierte, una guerra civil como la de Siria ha afectado todo el sistema y ha implicado generar una serie de cambios en la agenda internacional que llevan a la toma de decisiones en torno a los intereses nacionales. La interconexión entre los actores tiene alianzas y rivalidades; de este modo, todo lo que ha ocurrido en Siria ha sido producto de estos dos fenómenos y ha prolongado la guerra. En caso de que finalice la guerra, estos mismos efectos se verán enfrentados para definir el futuro de Siria.


Referencias

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