Reflexiones sobre la Guerra de Cuarta Generación, una visión desde los actores sin recursos de poder en términos tradicionales

 

Reflection about Fourth Generation Warfare, a Vision from Actors without Power Resources in Traditional Terms

 

3Carlos Alberto Ardila Castro
4Carlos Antonio Pinedo Herrera

Recibido: 15/08/2014
Aprobado evaluador interno: 15/10/2014
Aprobado evaluador externo: 07/11/2014

 

Resumen: El presente articulo discute algunas de las teorías que existen en torno del fenómeno de La Guerra Moderna en el marco del Sistema Internacional bajo una óptica neo-realista, buscando caracterizar singularidades propias a la aparición del concepto de Guerra Asimétrica y su empleo por parte de actores sin recursos de poder en términos tradicionales. Groso modo el calificativo de Asimétrica es aplicado a los conflictos violentos post Guerra Fría en los que la estatura estratégica de alguna de las partes es significativamente menor en comparación a la de sus rivales, por lo que el inferior a fin de no ser derrotado en términos convencionales, emplea métodos, armamento, doctrina y hasta normas éticas no-convencionales, para llevar a cabo sus actos de guerra, que desde Westfalia habían sido analizadas en función de los actores tradicionales del Sistema Internacional y las concepciones político-estratégicas de la guerra trinitaria de Clausewitz, y la guerra revolucionaria de corte dialéctico-marxista en sus diferentes matices. Se consideran estrategias de guerra revolucionaria de corte dialectico-marxista entre otros: la Combinación de Todas las Formas de Lucha de Lenin, la Guerra Popular Prolongada de Mao, la Defensa de un Solo País (o bastión) de Stalin, inclusive el Modelo Revolucionario Foquista de Castro y Guevara.

Palabras clave: Conflicto asimétrico, desestabilización de largo aliento, estatura estratégica, guerras de cuarta generación, guerra sin límites, recursos de poder, nuevos indicadores de victoria, superpotencia asimétrica.

 

Abstract: This article discusses some of the existing theories around the Modern Warfare phenomena in International System frame under a neo-realistic outlook, looking for characterizing singularities typical to the appearance of the Asymmetric Warfare concept and its use by the authors without power resources in traditional terms. Roughly speaking, the qualifying of Asymmetric is applied to the post-Cold War violent conflicts in which the strategic stature of some of the parts is meaningfully less in comparison to their opponent’s, so that the inferior, with the goal of not being defeated in conventional terms, uses methods, weapons, doctrine, and even non-conventional ethic norms, to carry out its warfare acts, which from Westfalia had been analyzed in function of the traditional actors of the International System and political-strategic conceptions of the trinity war of Clausewitz, and the revolutionary warfare of dialectical-Marxist trend in its different shades. Revolutionary Warfare Strategies of dialectical-Marxist trend are considered among others: the Combination of all forms of Fight of Lenin, The Popular Prolonged War of Mao, the Defense of a lonely Country of Stalin, even the Focalism Revolutionary Model of Castro and Guevara.

Key Words: Asymmetric Conflict, Asymmetric Super Power, Destabilization of Long Encourage

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3 Profesional en Ciencias Militares, Gerente en Seguridad y Análisis Sociopolítico, Magíster en Relaciones y Negocios Internacionales, Especialista en Estudios Políticos, Consultor del Centro de las Naciones Unidas contra Tráfico de Armas Municiones y Explosivos, el desarrollo y la paz para Latinoamérica y el Caribe. Miembro del grupo de investigación PIREO

4 Profesional en Ciencias Navales, Especialista en Seguridad y Defensa Nacional. Especialista en Administración de la Seguridad, Magíster en Relaciones y Negocios Internacionales. Actualmente Docente de Planta y Director del Programa de Administración de la Seguridad y Salud Ocupacional en la Facultad de Estudios a Distancia de la Universidad Militar Nueva Granada. Miembro del grupo de investigación PIREO.

 

Introducción

El proceso de globalización y el aumento de los flujos transnacionales que éste implica, han generado un cambio sin precedente en los campos del poder (político, económico, social y militar), donde la transformación de los patrones comportamentales y la redefinición de la estructura de intereses de los actores del Sistema Internacional, emergen como factores prioritarios en la configuración de los nuevos escenarios de combate a los que actualmente se ven enfrentados esos mismos actores, ya sean entidades estatales o no.

En este sentido, es importante señalar las nuevas tendencias que según Bühlmann caracterizan los conflictos modernos: por un lado, la disminución de la probabilidad del desarrollo de una guerra simétrica clásica y el auge de los conflictos asimétricos no-normativos, y por otro, el surgimiento de los Estados fallidos y los actores no estatales como actores principales dentro de los conflictos modernos (Bühlmann, 2009, p. 10).

De acuerdo a esto, en el campo militar5 se dio un cambio en cuanto a las formas de movilización y el empleo del material bélico, lo que se vio evidenciado en diferentes factores intervinientes en los contextos de conflicto. En primer lugar, los móviles que anteriormente determinaban estos contextos, estaban definidos por la oposición de intereses entre las entidades estatales, las cuales, a pesar de tener una distribución de capacidades disímiles, cuentan con las mismas condiciones en términos de funciones (Waltz, 1988).

Dicha característica hace que los patrones comportamentales de los actores participantes en un conflicto simétrico sean más predecibles y qué por lo tanto éste se desarrolle bajo ciertos parámetros de regulación como lo son el Derecho Internacional y demás reglas de la guerra. Actualmente, al estar involucrados actores no estatales, nuevas amenazas y otros intereses, esta condición desaparece y se genera un vacío cognitivo determinado por las nuevas formas de organización y estructuras de pensamiento que motivan acciones impredecibles y no convencionales, que además entidades estatales pueden en determinado momento adoptar en vista de su imposibilidad en términos simétrico-convencionales de enfrentar una amenaza a su seguridad.

Así las cosas, es importante tener en cuenta que el concepto de guerra asimétrica no solo alude a una diferencia en términos de la capacidad bélica que tienen los actores implicados en el conflicto, sino que también contempla asimetrías conceptuales derivadas de un desbalance doctrinal, representado en el empleo de métodos de lucha diferentes explicados en: asimetrías ontológicas, entendidas como la oposición de valores político-culturales, y asimetrías de voluntad que hacen referencia a la motivación de los actores y al análisis de la relación costo-beneficio por parte de éstos (Bühlmann, 2009).

Método

La investigación para este artículo fue desarrollada desde una perspectiva cualitativa y un enfoque histórico hermenéutico a partir de una revisión bibliográfica, mediante el empleo de fuentes primarias (documentos oficiales) como fuentes secundarias, dentro de las que se incluyen artículos académicos y libros que aporten al tema de interés.

Con respecto a la estructura del trabajo, en primera instancia se busca analizar ontológicamente los términos simetría y asimetría, para establecer las implicaciones semánticas de sus empleos como calificativos; para luego, ya en el plano óntico, aplicarlos al estudio de la evolución del fenómeno de la guerra en la modernidad, mediante el esquema clásico de Lind y otros autores, quienes conciben este proceso de cambio como la sucesión de cuatro generaciones. Finalmente, se profundizará en aspectos como: las razones que motivan los conflictos asimétricos (nuevos retos de seguridad internacional), cuáles son los nuevos indicadores de éxito para medir la eficacia de una acción en este contexto, cuáles son los nuevos actores, teatros de operación, reglas a seguir en la confrontación, y demás aspectos que se consideren relevantes para efectos de establecer un marco de referencia útil para cualquier persona que pretenda desarrollar procesos académicos o doctrinales en este campo.

Clausewitz perdónanos

La guerra simétrica está sustentada en principios de igualdad (simetría), por ello la obviedad del apelativo, pues las condiciones en las que se desarrolla parten del hecho de que los actores involucrados tienen una misma personalidad: son Estados, pretenden serlo o sustituirlos6; se rigen o aspiran regirse bajo parámetros legales donde se contempla incluso sí las herramientas de desenvolvimiento se ajustan a las condiciones humanas, definidas por los parámetros occidentales, que definen una confrontación bélica.

Teniendo en cuenta que el estudio de los conflictos armados actuales supera con creces los parámetros impuestos bajo el planteamiento “tradicional” o “convencional” de Clausewitz, desarrollados por Lind en las teorías de guerra de primera, segunda y tercera generación. Hoy día las nuevas guerras, aunque sean producto de viejos conflictos (Kaldor, 2001), exigen ser estudiadas por medio de un análisis con enfoque de cuarta generación, en vista de las singularidades que presentan las dinámicas de los actores, convencionales o no, en virtud de la asimetría que hoy rige los tipos de interacción. Pese a lo anteriormente expuesto, no se pretende desconocer que la famosa triada de Clausewitz (ejército-gobiernosociedad) sigue estando vigente, solo se quiere discutir y hacer ver su ineficacia para sobrellevar algunas nuevas formas de lucha.

En este sentido, la guerra asimétrica se establece como un fenómeno vigente, que según Arregín (2005) parte de la existencia de un actor fuerte y un actor débil, de acuerdo con criterios tales como la asimetría física, entendida como un diferencial de potencial; la asimetría conceptual, denotada por un desbalance doctrinal; los intereses asimétricos y la asimetría ontológica. Es decir, el sistema de valores, la cultura y los aspectos políticos propios de cada actor (Buhlman, 2009, p. 6). Los cuales a su vez, van a tener incidencia en la forma de interacción estratégica y por lo tanto, en el resultado esperado como producto de este conflicto (Arreguín, 2005, p. 29).

Es importante anotar que estas “nuevas guerras” se evidencian en la proliferación de conflictos derivados de reivindicaciones culturales, étnicas y religiosas, así como por el protagonismo de actores no estatales. De acuerdo lo anterior, los Estados ven la necesidad del establecimiento de relaciones de coordinación que se manifiestan en el diseño de estrategias, cuyo principal objetivo es la reducción de la sensación de amenaza. Para el diseño de estas estrategias, los Estados deben tener en cuenta tanto la naturaleza de su oponente como la estructura mental y doctrinal de éstos, lo cual puede llegar a constituir un escenario de guerra asimétrica, en dónde no solo se presenta un diferencial de potencial en términos físicos, sino también ontológicos y procedimentales entre los actores involucrados.

Actores y estrategias asimétricas

A diferencia de los actores que se enfrentaban en los conflictos convencionales, en dónde la principal característica que determinaba el proceso era la condición de estatalidad con la que cada uno establecía sus objetivos e implementaba sus estrategias, en los escenarios de guerra asimétrica, son los agentes no estatales los que empiezan a adquirir protagonismo, bajo diferentes formas de organización y estructuras de pensamiento que motivan las acciones de los mismos (Ballesteros, 2004).

De igual forma, el proceso de globalización, ha llevado a la construcción de espacios transnacionales, cuyos fenómenos han desbordado los límites territoriales de cualquier país (Jessop, 2003), afectando no sólo las esferas políticas y sociales, sino también las condiciones de seguridad. Por esta razón, y dependiendo de las motivos por las cuales se genera determinado tipo de conducta, se va a promover la consolidación de redes constituidas por actores no estatales, con capacidad de acción en el ámbito local, regional e incluso global, como lo es el caso de Al Qaeda, siendo ésta una fuente importante de vulnerabilidad para la entidades estatales.

En este sentido, los escenarios de guerra asimétrica se configuran a partir de la participación de un actor fuerte, que se caracteriza por una capacidad física relevante en términos de posesión de material bélico y del número de soldados a disposición del conflicto, y por un actor débil, quien busca negar esas capacidades por medio del empleo de métodos impredecibles, cuyo objetivo es generar un alto impacto derivado de la sorpresa y de la limitación en el margen de respuesta que tiene el actor fuerte frente a dichas condiciones. Teniendo en cuenta esto, los actores débiles pueden estar representados tanto por agentes no estatales como por Estados con una reducida estatura estratégica.

Así las cosas, el diseño y ejecución de las estrategias en este tipo de escenarios, se basan, según Bühlmann, en el aprovechamiento de:

• Asimetrías físicas: determinadas por la diferencia en términos de recursos, espacios geográficos y capacidades tecnológicas.

• Asimetrías conceptuales: establecidas a partir de un desbalance doctrinal, representado en el empleo de métodos de lucha diferentes, dentro de los que se incluyen estrategias directas e indirectas.

• Asimetrías ontológicas: las cuales aluden a la divergencia en términos de cultura y de valores políticos.

• Asimetrías de voluntad: que hacen referencia a la motivación de los actores involucrados y al análisis por parte de éstos de la relación costo-beneficio que implica involucrarse en determinado conflicto (Bühlmann, 2009).

Con respecto a la asimetría física, es importante señalar que mientras los actores débiles, generalmente no estatales, se basan en la aplicación de un principio de dispersión y el uso de la propaganda, los actores fuertes implementan métodos convencionales, a partir de las cuales buscan elementos de precisión a través de la maximización de la potencia de fuego. Dichas disposiciones físicas, llevan a la configuración de escenarios de combate determinados por estrategias indirectas, ejecutadas generalmente por los actores débiles y por estrategias directas, llevadas a cabo en su mayoría por actores fuertes.

En lo que se refiere a las estrategias indirectas, éstas son efectuadas por los actores débiles, considerando la desventaja que tienen en relación con la posesión de material bélico de los ejércitos convencionales. Dentro de este tipo de estrategia, se implementa una táctica de guerra de guerrillas, teniendo en cuenta que hace referencia a la organización de una parte de la sociedad con el propósito de imponer costos al adversario usando fuerzas armadas y tratando de evitar confrontaciones directas (Arreguín, 2005, p. 32).

Es así como en este espacio de batalla, la población civil se establece como un factor determinante desde dos puntos de vista. Por un lado, al estar sometida bajo los parámetros de los actores no estatales, la población civil puede representar una estructura de apoyo, por medio de la cual, los grupos irregulares buscan evadir confrontaciones directas con los ejércitos convencionales, y por otro lado, es precisamente la población civil, la que tiene mayor vulnerabilidad, teniendo en cuenta que uno de los principales propósitos de los actores irregulares, es la desacreditación del Estado como una institución efectiva en la garantía de los principios constitucionales y en el establecimiento de condiciones de seguridad (Collin, 2007).

Otra de las tácticas que pueden emplear los actores débiles dentro de una estrategia indirecta, es la implementación de prácticas terroristas entendidas como “violencia ejemplar ejecutada inicialmente con el propósito de inducir temor entre el público en general. Puede estar dirigida contra civiles inocentes, agentes del Estado, militares o burócratas. En último caso, la intención es promover la desmoralización”7 (Collin, 2007, p. 256). De esta forma, la estrategia táctica del terrorismo va a ser enmarcado dentro de una lógica discursiva, manejada a partir de la dicotomía de un ellos y un nosotros (Van Dijk, 1996, p. 27), en la que se pretende señalar y hacer visible las falencias del oponente, lo que a su vez se relaciona con la búsqueda de desacreditación de determinados valores políticos o culturales.

En este sentido, la asimetría en términos ontológicos, se establece como la estructura de pensamiento que se busca validar mediante la utilización de determinados métodos de combate. Es así como dependiendo el tipo de régimen, las entidades estatales, identificadas como actores fuertes, procuran defender sus principios constitucionales y sus tradiciones culturales, mientras que los actores no estatales tienen diversos parámetros motivacionales en relación con su origen y naturaleza.

Uno de los fenómenos que adquirió gran fuerza después de los ataques del 11 de septiembre en los Estados Unidos, fueron los grupos radicales islamistas. Estos grupos, están dirigidos a partir de un sistema de valores y creencias por medio del cual se establece la Yihad como su principal objetivo, entendido como la recuperación de la primera comunidad de creyentes en el Islam desde la muerte del profeta Mahoma en el año 632 (Rashid, 2002, p. 177) y determinado desde la consideración de “Occidente como el principal responsable de la decadencia del Islam” (Mathieu, 2008, p. 24).

Así como éstos, existen diversos grupos que dependiendo de su grado de convicción con respecto a ciertas ideas y patrones de comportamiento, manifiestan una mayor o menor voluntad en el involucramiento en escenarios de combate. Sin embargo, en el caso de las entidades estatales, el análisis de la relación costo-beneficio con respecto a la participación en dichos escenarios, se complejiza, teniendo en cuenta tanto los factores internos propios de la dinámica política y social del país, como los factores externos, que aluden a los procesos del Sistema Internacional y al respeto que como Estados deben tener en relación con los principios del Derecho Internacional.

De acuerdo a esto, aunque el concepto de guerra asimétrica ha sido altamente debatido, los teóricos coinciden en el empleo de metodologías no convencionales, así como en la existencia de una base transnacional y la búsqueda de un efecto desproporcionado por parte del actor irregular (Bolívar, 2002, p. 48). Asimismo, para aludir a algunas de las características de este fenómeno, es necesario hacer referencia a las condiciones señaladas por Alfonso Barea (2004), quien plantea que este tipo de acciones no se rigen a partir de restricciones legales, políticas o morales, ya que los parámetros comportamentales de los actores no estatales no están reglamentados por las disposiciones del Derecho Internacional, y que de la misma forma los Estados, que en virtud de su estatura estratégica inferior, deban enfrentar amenazas que los superen con creces, desarrollarán un marco moral y jurídico-legal tendiente a la legitimación de estrategias y métodos asimétricos o simplemente negarán u ocultarán ante la comunidad internacional la tenencia de dichos recursos de poder no tradicionales (asimétricos).

Es así como, esta condición se establece como un elemento prioritario en la diferenciación de los conflictos simétricos y asimétricos, considerando que los métodos empleados por los actores estatales tradicionales se desarrollan bajo categorías de comportamiento que de alguna forma permiten un margen de predictibilidad más amplio, que el constituido por la incertidumbre en la que se llevan a cabo los conflictos asimétricos. Como evidencia de esto, basta recordar los atentados del 11 de septiembre de 2001 en los Estados Unidos, dónde el empleo de aviones comerciales, representó un método más o menos desconocido e impredecible, frente a lo cual no se tenían preparadas las herramientas necesarias para afrontar dicha situación, pese a que existían planes de contingencia capaces, en teoría, de afrontar una crisis de tales magnitudes.

Es pertinente destacar que de acuerdo a las características anteriormente analizadas, de los conflictos asimétricos, los indicadores de victoria han venido teniendo modificaciones importantes. Razón por la cual, es necesario que los Estados adapten las estrategias en relación con las exigencias de un escenario de combate en el que la disposición de una gran cantidad de material bélico y una alta capacidad de fuego, no necesariamente representan factores determinantes para la obtención de una condición de éxito.

Para avanzar en el propósito de identificación de unos indicadores de victoria adecuados al contexto en el que actualmente se llevan a cabo los conflictos, es pertinente considerar aspectos diferentes a los tradicionales, teniendo en cuenta que si bien no existen parámetros concretos de comportamiento por parte de los actores irregulares o en desventaja cuantitativa, éstos si se desenvuelven bajo ciertas condiciones, que al ser estudiadas permiten un mayor entendimiento de los escenarios de guerra vigentes.

Con lo anterior, las principales características que se presentan en contextos guerra asimétrica son:

a) uso de técnicas que no se corresponden a las convencionales y limitan su efectividad; b) el oponente puede tener una base no nacional o transnacional, lo que dificulta su identificación y su localización; c) el terreno donde se libra la batalla es elegido por el adversario asimétrico, explotando las áreas que pueden ser más vulnerables; d) siempre se busca la sorpresa en el ataque; e) sus acciones deben tener una alto impacto con un mínimo coste, obteniendo un efecto superior a la inversión militar efectuada; f ) su estructura suele caracterizarse por tener una dirección centralizada que es complementada por unas unidades operativas descentralizadas y autónomas, lo que les permite estar presentes en todos lados; g) operan fuera de los límites marcados por el Derecho internacional; h) procuran golpes directos que pongan en duda la seguridad de los Estados porque los aspectos psicológicos son fundamentales; i) ensanchan el campo de batalla al hacer partícipe a la población civil; j) sus acciones deben tener la máxima repercusión mediática, y k) los conflictos que inician suelen tener una duración prolongada en el tiempo (Verstrynge, 2005, p. 212).

En este orden de ideas, un factor que es importante destacar es la incertidumbre en la cual se llevan a cabo las confrontaciones asimétricas, teniendo en cuenta que si bien este aspecto hace parte de cualquier escenario de guerra, bajo contextos de simetría, la función de mando y control así como las operaciones de inteligencia, se establecen como herramientas efectivas para aumentar la disposición de información que sirva como insumo para el diseño y ejecución de estrategias concretas de acuerdo a determinado objetivo.

Sin embargo, dado el incremento de los avances tecnológicos y la ausencia de una identificación clara acerca de los objetivos del oponente, la principal herramienta con la que actualmente cuentan las entidades estatales, son las operaciones de inteligencia. En estas operaciones se realiza la recolección, análisis, evaluación e interpretación de la información (Ugarte, 2005, p.2) A partir de lo cual, se genera una capacidad de predicción, determinada por el planteamiento de hipótesis y de posibles cursos de acción, lo que en últimas facilita la reducción de ansiedad y la preparación de respuestas efectivas de acuerdo al escenario real de combate.

Por otra parte, dentro de los factores que inciden en los contextos de guerra asimétrica, el componente psicológico es un elemento que llama la atención, considerando la pretensión de impacto emocional que se quiere generar en el espectador a través de métodos como el terrorismo. La utilización intencionada de la información, supone un medio por el cual se busca desacreditar al oponente así como ganar simpatizantes y fortalecer la posición del actor débil frente a la opinión pública (Nievas, 2006, p. 5).

El propósito fundamental de la guerra psicológica, es la generación de una percepción de pre-derrota y de inevitable fracaso por parte del oponente (Carrillo, 1995). Sin embargo, es un contexto que no solo involucra al personal militar sino también al conjunto de la población, razón por la cual, la propaganda y la incidencia en la opinión pública se establece como una herramienta prioritaria que lleva a la consolidación de escenarios psicológicos favorables o desfavorables, dependiendo de la incidencia de otros factores, dentro de los que se destaca la capacidad de protección de la población por parte del Estado y la fortaleza que manifiesta o que pretenden proyectar los actores no estatales o aquellos que se identifican como débiles.

Así pues, es evidente que existe un nuevo escenario de combate enmarcado en lo que actualmente se conoce como guerra asimétrica. Dicho escenario, está caracterizado por disimilitudes que superan el aspecto físico considerado en términos del material bélico a disposición del conflicto, teniendo en cuenta que abarca desde la misma naturaleza y forma de organización de los actores involucrados, hasta los métodos de combate empleados por éstos. Por esta razón, es pertinente que se diseñen estrategias (tácticas y operativas) basadas en las nuevas condiciones contextuales y que se generen nuevos indicadores de victoria, para valorar la efectividad de los recursos empleados, de acuerdo a los factores que inciden en este fenómeno, con el fin de desarrollar políticas públicas de seguridad y defensa que proporcionen herramientas jurídicas y operacionales efectivas frente a las características reales en el escenario de combate.

Planteando una guerra sin recursos de poder, una estrategia “sin restricciones”

La conducción estratégica requiere siempre la combinación de tácticas y medios, sin embargo dentro de la lógica de un conflicto asimétrico este axioma clásico encuentra restricciones de orden ético que en determinado momento llevarían al conductor político y al jefe militar incluso a desistir de objetivos, por la imposibilidad moral de emplear las tácticas y medios necesarios. Es por esto que los “coroneles superiores”8 Liang y Xiangsui (2003) plantearán el concepto, ya clásico, de “guerra sin límites”, que en un contexto de guerra regular parecería un planteamiento que implica una “guerra sin cuartel” o dicho de otro modo el uso de todos los recursos posibles para vencer sin importar cuáles sean las consecuencias políticas. Sin embargo, la guerra sin restricciones lo que pretende es recurrir a medios que se salen de las reglas, normas y rutinas9 aceptadas generalmente por el conjunto de actores de un enfrentamiento: el no respeto de las reglas de guerra tal como las define el derecho internacional o la utilización de medios de destrucción no militares (económicos, sociales, entre otros) (Liang y Xiangsui, 2003).

El Dilema Chino planteado por los mencionados autores, y aplicable a cualquier actor sin recursos de poder establece que: Si China se involucrara en una guerra en el futuro, ¿debería usar los métodos occidentales y respetar las reglas de la guerra? (Liang y Xiangsui, 2003).

La respuesta es no, las reglas de la guerra que existen actualmente, según Liang y Xiangsui, incluyen un conjunto de leyes y acuerdos internacionales desarrollados durante mucho tiempo por las naciones occidentales, basándose en su ética, usos y costumbres, la avanzada tecnología y la diferencia de recursos obligan a pensar en una respuesta cualitativa (asimétrica), que según los estrategas postmodernos debe girar, entre otras, en las siguientes formas de confrontación:

• Guerra cultural: controlando o influenciando los puntos de vista culturales de la nación adversaria.

• Guerra de las drogas: invadiendo a la nación adversaria con drogas ilegales.

• Guerra de la cooperación internacional: empleando la dependencia/interdependencia para controlar al adversario.

• Guerra de recursos: controlando el acceso a los escasos recursos naturales o manipulando su valor en el mercado.

• Guerra de contrabando: invadiendo el mercado del adversario con productos ilegales.

Guerra tecnológica: ganando ventaja en el control de tecnologías civiles y militares clave.

• Guerra ambiental: destruyendo los recursos ambientales a la nación adversaria.

• Guerra financiera: subvirtiendo o dominando el sistema bancario del adversario y su mercado de valores.

• Guerra de las leyes internacionales: subvirtiendo o dominando las políticas de las organizaciones internacionales o multinacionales.

El camino del martillo del asesino

El “Shashoujian”10 o martillo del asesino forma parte de la elaboración de un cálculo estratégico cuyo objetivo es sortear un escenario de asimetría (donde uno es el actor sin recursos de poder) y transformar la relación de fuerzas (Suh, Katzednstein, y Carlson, 2008, p. 69), su principal objetivo consiste en la indecisión de los observadores externos en cuanto a su contenido exacto. Así pues, dada la existente preocupación, el equilibrio de poder entre dos entidades se vuelve fluctuante y renace la inquietud sobre la entidad (Estado) dominante. De este modo, dicho “martillo” mucho más que una táctica es un elemento o medio desestabilizador, que si llegase a emplearse, aún de forma sutil, podría tener un resultado determinante en el marco de las hostilidades provocando el efecto que los estrategas denominan desestabilización de largo aliento.

En un medio que se identifica por la rapidez y la fluidez, la respuesta estratégica consistirá en pensar a muy largo plazo y desarrollar medios y tácticas pacientes, totalmente desfasadas con respecto a la concepción de los momentos estratégicos convencionales. Por ello, lo usual es imaginar estrategias de desestabilización de muy largo plazo donde el conductor político ordenará al jefe militar tomase su tiempo para carcomer a su adversario, mediante acciones tácticas incluso no bélicas, para concretar los objetivos estratégicos del conflicto.

Es así que la escala temporal de un actor con estrategia asimétrica (sin restricciones) estaría en completa ruptura con la de los tradicionales, pues las prospectivas de los grandes Estados con respecto a las próximas décadas suelen ser más bien proyecciones de las dinámicas observables; de ahí que dichas entidades tradicionales podrían ser incapaces de anticipar o incluso detectar, a no ser de manera confusa, las amenazas y riesgos reales.

Basados en lo anterior se deja a la imaginación del estratega las variopintas combinaciones de recursos que ocasionalmente se sitúan en el límite del hecho bélico, con un alcance desestabilizador antes que destructivo; por ello el planeamiento, implementación y utilización de tales recursos remite a una cultura estratégica en la que el objetivo de la confrontación se alcanza a través de vías complejas, no lineales, a veces difícilmente interpretables para el adversario, conduciéndolo a una sutil derrota por el ingenio de la mente más que por el enfrentamiento bélico.

¿Una superpotencia asimétrica?

Hoy día existen muchas variables sobre las cuales se fundamenta el adjetivo de superpotencia que puede adquirir un actor. Tal es así, que los poderes económico y militar se han visto disminuidos en razón de otras variables que deben ser tenidas en cuenta. Por consiguiente, los resultados del análisis tradicional de estaturas estratégicas entre antagonistas difieren mucho de lo que históricamente ha venido planeando la doctrina occidental.

Las estrategias que se plantean desde la asimetría no son basadas en el poderío militar o económico, sino en la versatilidad de otros espacios donde los actores, de menor estatura estratégica en términos tradicionales, puedan influir e incluso dominar a tal punto de ser considerados superpotencia asimétrica. Desvirtuando el concepto Clausewitziano que pregona que: el monopolio de la guerra está en manos de los soldados (Leonard, 2008, p. 131).

Conclusiones

El conflicto asimétrico no corresponde a ningún escenario preciso, identificable en una determinada situación actual. Aún no se reúnen las condiciones que permitan la generalización de dicha asimetría, al grado de hacer de ella la característica más notoria de cualquier entorno estratégico. Sin embargo, el fenómeno ha evolucionado lo suficiente para aplicar sus teorías cabalmente para explicar la mayoría de conflictos actuales. Es decir, que la guerra asimétrica o de cuarta generación ha desplazado en importancia a sus predecesoras, en virtud de las singularidades que hoy presenta el Sistema Internacional.

Las nuevas guerras, a las que Kaldor hace referencia, constituyen la amenaza real más importante para los Estados occidentales, en virtud de su rigor estructural y de sus deficiencias a la hora de controlar los flujos financieros, humanos, o de información. De cara a un entorno estratégico volátil y cambiante. Por esta razón, la respuesta de los actores tradicionales será, con toda certeza, de hacerse cada vez más rígidos para controlar las fronteras entre lo interno y lo externo (restricciones del uso de Internet, limitación de los flujos de población, mejoramiento de las capacidades de inteligencia). Otra opción podría ser un esfuerzo concertado para anticipar estas evoluciones, convirtiendo los sistemas de toma de decisiones y hasta sus aparatos de fuerza en instrumentos flexibles y adaptables.

Por ello, al puntualizar en las características coyunturales donde se evidencia una disputa por el poder hegemónico se concluye, entre otras cosas que con la aparición de la Guerra Asimétrica los Estados van perdiendo el monopolio de la violencia que obtuvieron en 1648 con la paz de Westfalia y hoy tienen que enfrentar enemigos extra estatales, con motivaciones distintas a “la razón de Estado” que los obliga a modificar sus concepciones estratégicas, doctrinarias e incluso legales. De esta forma, la “ilegalidad” de la Guerra Asimétrica coloca al margen de las leyes internacionales a los agentes que la utilizan; por tanto, su empleo a manos de un Estado, involucra riesgos y costos muy altos que afrontar, los cuales tendrán que ser analizados desde la perspectiva de la asimetría en la responsabilidad jurídica frente al Derecho Internacional.

Así, más allá de la confrontación bélica tradicional, que es la más notoria, existen otros niveles y formas de asimetría, dada en perspectivas diferentes y que deben ser incluidas en el análisis, cuando un Estado pretende recurrir a esta modalidad de guerra en su concepción estratégica, pues, para para una fuerza armada regular, formada y entrenada en métodos convencionales, aplicar esta modalidad de guerra será dificultoso y desafiante. Tendrá, entre otras acciones, que analizar y adecuar la concepción estratégico operacional y adaptar su organización, definir doctrinas y reentrenar sus efectivos.

Así las cosas, la Guerra Asimétrica rompe el esquema tradicional de los niveles de conducción del conflicto, al disminuir la importancia de la fuerza, como recurso de poder, mediante la relevancia estratégica que cobran las acciones tácticas y no bélicas, mismas que deben que ser analizadas en la evaluación integral del conflicto, bajo la perspectiva del costo beneficio político. Sin embargo, no se puede afirmar que hoy en día las potencias militares hayan dejado de ser referente por su poderío bélico tradicional y que éste, esté cuestionado por la pujanza de las “potencias asimétricas”.

 

Referencias

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5 Entendido como la fuerza coercitiva de los Estados.

6 Como en el caso colombiano y sus guerrillas.

7 Traducción propia.

8 Grado equivalente a Brigadier General en el Ejército Popular de Liberación chino, para el caso específico los oficiales pertenecían a la Fuerza Aérea.

9 Un ejemplo del uso de las formas no convencionales de lucha puede ser la utilización de videos de tortura o decapitación de rehenes pues estas imágenes ponen de manifiesto la voluntad de utilizar todos los medios posibles para vencer o desestabilizar al enemigo. De esta forma la existencia de este tipo de medios es algo que resulta secundario frente a los efectos psicológicos de semejante declaración de guerra. Nota del autor.

10 Traducción aproximada “martillo del asesino” es una vaga expresión de uso chino que se refiere a una categoría de armas o sistemas completos de armas que le proporcionan al Ejército Popular de Liberación (EPL) la capacidad de transformar decisivamente el rumbo de un conflicto en favor de China, sobre todo en enfrentamiento con un adversario más grande y más sofisticado tecnológicamente. En términos generales, estas armas pueden actuar como multiplicadores de fuerza para el EPL o permitirle que explote las debilidades específicas de los más fuertes adversarios militares.